Con la guapeza no siempre alcanza. Hay ciertas situaciones en el “gran” boxeo de éstos tiempos, que terminan superando a la fórmula del coraje, la de la sangre corriendo fuerte por las venas. Quizás sea un valor agregado en otros momentos, de menor exigencia y ante un rival terrenal.
Pero Argentina se terminó quedando sin su único campeón del mundo, con la derrota por nocaut sufrida por Fernando Martínez ante el estadounidense Jessy James Rodríguez, el “Bam” de otro planeta.
Por primera vez, Martínez fue ampliamente superado. Desde el comienzo mismo de la pelea. Su rival lo frenó con un jab de notable eficacia, con velocidad y hasta “plantándose” en un terreno que el argentino solía imponer ante otros rivales.
El “Puma” no pudo sorprender porque Rodríguez ejerció el dominio estratégico, siempre respondió cada ataque con una combinación de dos o más golpes. Y fue silenciosamente, haciendo daño, frustrando y desgastando físicamente al del barrio de La Boca.
Era inevitable. Cada round parecía mostrar el crecimiento del “Bam”. Sólido, preciso y concentrado, no pasó sobresaltos y predominó en los intercambios. Siempre a fondo, tirando con un efecto “invisible”.
La jerarquía del rival apareció cada vez más en escena en Riyadh y en la misma proporción, se fueron apagando las posibilidades de un Martínez más aferrado al milagro de una mano que a sus propios recursos tácticos. Igual, no cedió fácilmente su cinturón. Porque dio todo en el ring, inclusive pelear en inferioridad por lo que luego se conocería como una fractura en la nariz a partir del tercer round. Los huevos estuvieron, pero los nuevos tiempos demandan otras herramientas. El argentino peleó con dignidad hasta que le dio el cuerpo, sabiéndose superado e incapaz de revertir un desarrollo que terminó quedándole muy grande.
Del “Bam” tendremos noticias a futuro. Es un boxeador de altísimo nivel, potente, veloz y dueño de un boxeo con tanta intensidad, que hasta parece superarlo a sí mismo. El dominio fue boxístico, mental y físico. Pero atado a un peleador fuera de cualquier dimensión que seguirá estando en las grandes carteleras y un gran campeón que pidió “atención” y reclamó por alguna falta de interés por parte de las cadenas de televisión de nuestro país.
Jesse Rodríguez, terminó quitándole en buena ley el título AMB y la unificó con los cinturones CMB y OMB supermosca. Y ahí, cuando transcurría el décimo asalto, definió lo que ya parecía ser un combate desigual. El ”Bam” (24 años) elevó su récord de invicto a 23 victorias, 16 de ellas por nocaut. Venía de noquear al sudafricano Phumelela Cafu en Texas a mitad de año. Para Martínez (34 años) fue la primera derrota en 19 presentaciones, con 9 triunfos categóricos. Para nada, debiera ser su final sino una advertencia para seguir aunque cambiando lo que –él sabe- no funcionó. I. Tebes/Piñas del Sur
