En la familia Matthysse todo se comparte, es ruidoso y enormemente afectivo. Y sobre todo las alegrías en el ring, la esencia de un apellido que todos en algún momento, han sabido defender y que tiene hoy a Soledad como defensora. La imágen de la flamante campeona argentina superpluma con su cinturón y junto a Mauko Narvaés, su socio en la vida y en el rincón, estuvo acompañado por todos los que tenían que estar: mamá Doris; hermano Lucas –alguien que sabe de coronas y glorias no tan pasadas-, hijas, el pequeño Lucas, primer nieto y mayor destinatario de los mimos de la abuela campeona.


“Siento una gran satisfacción por la pelea que se dio. Fue la mejor para empezar el año inclusive superándome contra la de Carabajal. Realmente salió todo a la perfección, tal cual lo planificamos”, dijo “Sole” ya de regreso a Trelew con equipaje extra.
“Tenía muchas de escuchar que me mencionaran como ganadora. Siempre me sentí como tal en las peleas que hice afuera pero lamentablemente los fallos nunca me favorecieron aún sabiendo que había hecho bien las cosas”.
Desde lo boxístico, su actuación fue inobjetable. Desplegó todo lo planeado meticulosamente; peleando como si fuera local y cada round fuera el primero. Rápido, se agrandó con los aciertos, sacó de foco a Débora Bustos y en ningún momento, le dejó siquiera, pensar en una recuperación.
“Ahora veremos, descansaremos dos o tres días y volveremos a entrenar. Me sentí muy bien con ésta rutina, llegué en condiciones impecables y quiero seguir así para alcanzar el doble de rendimiento; quiero estar todavía mucho mejor porque siempre hay mucho por seguir corrigiendo”.

“Sin dudas haber ganado el título nacional me pone en carrera para poder combatir otra vez por un título del mundo. Se me pueden abrir muchas puertas. Ojalá se pueda dar”, plantea Matthysse quien fue recibida en el aeropuerto por amigos y afectos.
Nunca un título quedó en manos tan merecidas. Por vivir lejos, por la edad que muchos consideran un limitante (pero no lo es) y porque, básicamente, le sigue dando pelea a las mejores boxeadoras del país. Sin pedir rivales, a veces no aceptando las mejores condiciones, Soledad siente que lo más difícil es alejarse de los que quiere. Ahí está su debilidad. “Se lo dedico a mis sponsors; a mi familia y mis entrenadores Mauko Nárvaes; Federico Witekamp y Gabriel Rezzónico. Esto es para toda la gente que me hace el aguante siempre”, concluyó.
